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El Aserrado 2024-02-26T11:39:40+01:00

EL ASERRADO DEL MÁRMOL

La descripción precisa del más antiguo sistema de aserrado se encuentra en una página de Plinio el Viejo (Hist. Nat. I, XXXVI): después que los canteros había escuadrado los bloques, los “sectores serrarii” obtenían de estos, una por una, las lastras obtenidas mediante una hoja de hierro no dentada que «mediante tres ejes y sin ser fijada para el corte en el mármol lograba, con la ayuda de la arena mojada y de quien sabe cuanto tiempo, cortarlo». Este sistema se siguió utilizando hasta la segunda mitad del siglo XVIII, cuando se comenzaron a utilizar los aserraderos hidráulicos (en el sector de la madera estos funcionaban desde el siglo XV), los primeros de los cuales fueron construidos por el Conde Giulio Lazzoni en 1759; por los Condes Del Medico, Monzoni y por los Lodovici en 1781; por los Condes Luciani y Fabbricotti en 1783. 
«Toda la ventaja ofrecida por el nuevo sistema se reducía a un leve ahorro de mano de obra, la cual era reemplazada parcialmente por un mecanismo sumamente simple con el cual, previa una rueda accionada por un salto de agua, permitía el ascenso y descenso de una única hoja de una máquina vertical antigua». 

Recién en un época posterior un técnico de Carrara inventó una máquinas de varias hojas que funcionaban del mismo modo.

Gracias a la incorporación de los motores de vapor, la producción aumentó rápidamente: en 1926 los mármoles aserrados fueron 220.000 toneladas. 
Las máquinas suspendidas con maromas de 40 hojas daban 16-18 cm. de excavación en 24 horas; las de tornillo (suspendidas con barras de acero) 22 cm.; los de alimentación automática 25-30 cm.
El sistema de alimentación automática fue el verdadero punto de partida de todos los otros progresos tecnológicos en cuestión de aserrado de mármol. 
También esta fase del labrado del mármol cuenta hoy con un avanzado y continuo perfeccionamiento tecnológico. Máquinas de hojas múltiples diamantadas, máquinas verticales, cortadoras con hoja diamantada, comunes y «en puente»: estas y otras constituyen un conjunto de máquinas perfectas que al estar, entre otras cosas, desvinculadas de la tradicional ubicación obligada, se pueden colocar directamente en las canteras revolucionando, en muchos casos, las tradicionales etapas de trabajo.

MÁRMOL

LA CIUDAD DE CARRARA